jueves, 24 de marzo de 2011

Guerras víricas

Una vez que los virus que poblaban el zulo, parecen debilitados (no sé si vencidos del todo), me he puesto a buscar información del enemigo, para saber a qué nos podemos volver a enfrentar.

Los virus se descubrieron en la década de 1880, momento en que recibieron su nombre, que deriva del latín y significa “veneno”. Su anatomía es muy simple: están formados por una región central de ácido nucleico rodeada por una cubierta proteica o cápside y en algunos casos también se puede encontrar una bicapa lipídica que los rodea cuando se encuentran fuera de la célula —denominada envoltura vírica—. Se reproducen solo dentro de las células vivas, apoderándose de la maquinaria biosintética de su hospedador para producir nuevos virus; sin las células a las que infectan, serían tan inertes como cualquier otra biomolécula. Otra curiosidad es que las proteínas de la cápside determinan la especificidad de un virus: una célula solo puede ser infectada por un virus si las proteínas que forman la cápside "encajan" en uno de los receptores específicos de la membrana de la célula.

El mecanismo de replicación que muestran dentro de las células ocasiona que muchos de los nuevos virus creados porten mutaciones, lo que dificulta que sean "reconocidos" y eliminados por el sistema inmunitario. Además, en el caso por ejemplo del virus de la gripe, la separación del genoma en ocho fragmentos diferentes permite recombinar los cambios si más de una estirpe viral infecta a la misma célula, generándose "nuevos virus", que pueden presentar mayor capacidad infectiva.


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