Me resulta curioso, lo selectiva que puede llegar a ser nuestra mente, ya que solo recuerda ciertos acontecimientos de nuestra vida, los cuales no tienen por qué ser importantes, ni siquiera impactantes.
Por un lado hay recuerdos que queremos grabar para siempre, que no queremos dejar escapar: por ejemplo, quien no recuerda su primer beso o la primera película que vio en el cine. Pero por otro lado, hay recuerdos que no elegimos, que pueden ser agradables o no, eso no importa, pero que están presentes.
A veces un simple olor es capaz de trasladarnos a recuerdos lejanos e incluso desconocidos para nosotros porque, quizás, no éramos conscientes de su existencia hasta ese preciso momento.
Un recuerdo no se elige, del mismo modo que no elegimos encontrarnos con ciertas personas a lo largo de nuestra vida. Solo es decisión nuestra caminar junto a ellas, darles un papel en nuestra película, del mismo modo que podemos recordar ciertos acontecimientos vividos y llevarlos siempre con nosotros.
Eso sí, no olvidéis que solo son recuerdos y aunque no se puede vivir de ellos, es muy bonito tenerlos presentes y revivirlos de vez en cuando en nuestra memoria.
Yuri Granger